lunes, 27 de septiembre de 2010

Lluvia (escrito I)

El frío barrió las pocas hojas de otoño que habían sido lo suficientemente valientes para caer al suelo, y mientras, sus zapatillas la hacían avanzar sin pausa a su destino.
Llovía, y su pelo mojado le tapaba la cara donde su propia lluvia surcaba sus mejillas. No sabía, que detrás suya, avanzaba la persona que le podría dar el consuelo necesario.
Sus zapatillas le hacían avanzar cada vez más rápido y por lo tanto le alejaban del consuelo.
Pero de repente, un fugaz rayo atravesó la muralla nubosa iluminándole los ojos y con una brillante sonrisa se volvió fugazmente para discretamente guiñar un ojo y tranquilizarle.

Llovía, pero la lluvia, también puede ser hermosa.

Aquel guiño le dejo en el sitio, mojándose, pero ya no estaba preocupado, por qué ahora sabía, que aún en la distancia, era capaz de ayudar.

Llovía, y no le importaba mojarse.

Llovía, pero todo volvía a la normalidad de los días de sol veraniego cuando sin preocupaciones vivían relajados.

Llovía en la primera tormenta de otoño, pero era feliz.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Paseando por las tardes:

Paseaba por las misma calles una y otra vez preguntándose el porqué de su continuo ir y venir por las calles de la ciudad sin rumbo fijo, sin dirección ni sin sentido.
Miraba como las colillas iban una tras otra al suelo consumidas pero a la vez solamente rozadas levemente por sus labios al liar el cigarro del que provenían. No fumaba por adicción, solamente por entretener a su organismo y no caer en la completa agonía que sentía.

Caminar, un paso tras otro seria algo grato si ese caminar llevara a algún lado, pero lamentablemente, como otra tarde de invierno mas, sus pasos solo le llevaban al mismo destino.
Al punto donde todo acabó o bien digamos donde empezó todo otra vez, donde volvieron a sonar aquellos acordes en forma de palabras que tan a menudo habían transformado su vida. Y donde otra vez su vida cambió cogiendo rumbos que nunca él habría deseado volver a tomar pero que como otras veces, le obligaban a tomar.
Volvía como ya había vuelto otras veces para escuchar el sonido de las gaviotas que acompañaban el arrastrar de sus pasos. Volvía para ver la muda burla de los árboles en sus nudosas pieles. Volvía por masoquismo, para bañarse en la melancolía y para ver como las olas del mar bañaban una y otra vez las rocas del malecón.
Y sus pasos le llevaron como sin quererlo rumbo a aquel punto donde se bifurcaba el paseo y dejaba entrever la esquina del malecón adentrándose en el mar. Al lugar donde otras veces había lavado sus penas con espuma de mar, lluvia y cigarros.

El paseo no obstante no estaba vació aquella tarde. Asombrado levanto la cabeza al darse cuenta que no estaba solo en aquel lugar en el que siempre acaban sus paseos.
Con no más de metro setenta, pelo negro en cascada bañando sus hombros se volvió y con una sonrisa le tendió la mano.
No esperaba ver aquella cara que en tantos bares y fiestas había visto entre la gente. Aquella cara que de vez en cuando le sonreía al verlo y que pertenecía a aquella persona a la que una vez amó y a la que sigue queriendo con toda su alma por su ayuda.

Ella se movió hacia el con paso rápido y seguro y cogiéndole la mano le dijo:
-Ven, ya llegaran tiempos mejores. Ahora solo deja que el sonido de las olas bañe tu cuerpo y tus sentidos. No pienses, solo escucha.

El se volvió agradecido y la fundió consigo mismo en un abrazo mientras una ola rebelde de invierno los bañaba en espuma de mar.
-Gracias-le dijo al oído-Gracias por se tú y por estar ahí.

Ella se marchó al rato y él se quedó con la mirada perdida en el mar, intentando localizar el limite entre el gris del cielo y el del mar, mientras veía alejarse a un petrolero del puerto.
Una gaviota curiosa se poso cerca suyo y al darse cuenta que no le ofrecería nada de comer se quedo posada tranquilamente como guardiana del lugar elegida por Neptuno.

Lentamente sacó el último cigarro previamente manufacturado en un bar por sus propias manos y se lo llevó a la boca. El humo del cigarro camufló a la gaviota tras una niebla fantasmagórica mientras él disfrutaba de la sensación de estar vivo.
Poco a poco, fue capaz de esbozar una sonrisa, que aunque irónica, era al menos una sonrisa.

martes, 16 de febrero de 2010

Simplemente: Carpe Diem


“Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige buena salud, colesterol bajo y seguro dental. Elige hipoteca a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida…

¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”.

(Monologo inicial de trainspotting)

Cambiemos heroína x música, amigos y por esas cosas que hacen que la vida realmente merezca la pena



"Para algunos vivir es galopar
un camino empedrado de horas,
minutos y segundos.
Yo más humilde soy
y sólo quiero que la ola que surge
del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido
hasta el siguiente"
(salir beber, Extremoduro)